Una increíble casa interior en el corazón de Sevilla
El día en que descubrimos estas imágenes de Fernando Alda, por casualidad, supimos que teníamos que hablarte de ellas. Ahora lo comprenderás.
Escondida tras una fachada tradicional que no nos deja intuir qué sucede dentro (a no ser que alguien se deje la puerta abierta), se encuentra un mundo en el que la combinación entre interior, exterior y verde es perfecta.
No se nos ocurre mejor ejemplo de vivienda entre medianeras que el de hoy.
Estas casas suelen tener el inconveniente de ser muy estrechas y profundas (¿recuerdas la Saigon House?), por lo que el reto consiste casi siempre en captar la mayor cantidad de luz natural. Cosa que, en este ejemplo, se consigue con la creación de grandes patios que, además, están repletos de vegetación. Estos (uno en medio y otro al fondo) funcionan como dos grandes bombillas que iluminan y dividen la casa, creando increíbles efectos de reflejos y transparencias. Hacia ellos miran, por supuesto, todas las estancias de la casa (si nos dieran a elegir entre una calle bulliciosa o un patio con plantas y árboles, ¡lo tendríamos clarísimo!).
Estos espacios exteriores dentro de la casa juegan también a ser calle: su suelo es de adoquín de piedra (fíjate en cómo cambia sutilmente su dirección en determinadas áreas), sus árboles están iluminados y sus fachadas son de chapa metálica (un nuevo ingrediente que sumar a la colección de reflejos); decisión que nos parece muy inteligente: si no puedo mirar hacia una calle de verdad, me la invento (genial, ¿no?).
Y a un lado, recogida, la segunda protagonista después de los patios: la escalera de caracol, de chapa muy fina de acero corten, que se siente prácticamente como una escultura. Tiene su propio espacio, que no se coloniza por nada ni nadie, para recorrer la casa en vertical, desde la planta baja hasta el segundo piso.
Si hacemos una parada en la primera planta (después de haber atravesado el patio central para llegar hasta la delicada escalera) intuiremos, a través de los vidrios de la fachada, a un lado una sencilla y enorme cocina con una isla forrada en chapa metálica (¿para qué más?) y al otro, un salón biblioteca que descansa sobre el patio trasero, repleto también de enredaderas de colores.
¡No nos importaría desaparecer un otoño en esta casa! (y si es acompañados de nuestra selección, mejor que mejor).
En cuanto al uso de materiales, no son necesarios ingredientes extras cuando el espacio es el que es, pero es fundamental que, aunque sean pocos, sean los correctos (como en este caso). El adoquín del exterior dialoga a la perfección con la tarima de madera industrial del interior (solución de la que no os hemos hablado en nuestro post de suelos pero que, confesamos, también está entre nuestras opciones favoritas). Su tono claro pero muy cálido es el contrapunto ideal, junto con la vegetación, para que la fachada de vidrio y chapa, las paredes y muebles blancos, la escalera de acero y la piedra gris de los patios no conviertan esta casa en un lugar frío e impersonal.
Qué fácil y difícil a la vez, con tan poco, conseguir tanto.
¿Qué te ha parecido? ¿Te perderías con nosotros durante un otoño en Sevilla, dentro de esta casa? ¡Esperamos que te haya encantado!
H
Imágenes vía Fernando Alda, proyecto de González y Schönegger.